jueves, 15 de febrero de 2018

Insensibilizados

Mucho se oye hablar de cómo la televisión y demás medios de comunicación, que nos bombardean con miles y miles de datos cada día, atontan la sociedad y cómo nos vuelven más sedentarios, pero creo que uno de los peores problemas que plantea el uso de estos medios sin una madurez o una moral bien formada va más allá de todo esto.

El principal inconveniente de esta sobrecarga de datos es la insensibilización de las personas. Pensamos que tenemos el control de nuestro modo de pensar pero realmente está bastante condicionado. A lo que me refiero es a que no analizamos la información que recibimos cada día. Vemos cómo mueren y cómo sufren multitud de personas al día y nos sentimos completamente indiferentes. Así sucede ante tantos crímenes, casos de violencia de género, incendios, desgracias naturales, etc.

Lo peor de este asunto es que este problema se traspasa a nuestras vidas diarias. No hablo de todas las personas pero sí de un gran número. Vemos cómo cada vez que interviene una ambulancia, un coche de policía o de bomberos siempre hay un grupo de personas observando la escena y, cuando todo acaba o algo no ha salido bien, apartan la mirada y siguen con sus vidas.

Este tipo de sucesos se ve muy bien reflejado en una de las escenas finales de la película Money Monster, donde un hombre secuestra un plató de televisión y exige que la emisión siga en directo, amenazando al presentador con un arma. Entonces los espectadores conectan ese canal únicamente para sentir el morbo que puede dar el presenciar un posible final trágico de la situación que están viviendo, y cuando todo termina se ve cómo la gente continúa con sus vidas como si nada hubiese pasado y todo siguiera bien. Me refiero justamente a este problema, que cada vez nos vamos “deshumanizando” más y dejamos de sentir empatía o pena por estos sucesos.

Con esto no quiero decir que las personas no se preocupan cuando ocurre una situación de este tipo, pero sí que deberían mirar más allá y pensar en lo sucedido y no actuar como máquinas.

Alejandro García
Bachillerato